Eres el latido que detuve
entre mis colmillos de ébano,
mi sacrilegio perfecto:
la doncella que convirtió su alma
en vino espeso para mi sed.
Tus venas —mi cálices—
derraman rubíes tibios
sobre mi lengua de sombra.
No hay Dios que absuelva
esta comunión de piel y oscuridad.
Jadeas en mi capa de olvido,
fría como mi lujuria de siglos.
Tus pupilas dilatadas
reflejan el instante exacto
en que dejaste de ser humana
para ser mi eternidad.
La noche se desangra...
como el reloj de tu corazón,
como mi boca en tu cuello,
como las últimas palabras
que nunca pronunciaste.
Ahora somos
la misma herida.
— David Valdés Belinchón
5 comentarios:
Si me dijeran eso a mi..si me dijeran..Ya eres mi dondella por toda la eternidad solamente le respondería...:
Acaso no fui tuya desde siempre?
Que delicia de poema..muy sugerente...me gusta
Me alegro que sea de tu agrado amiga Doña Bostezos... y gracias por comentar y a tu comentario.
David:
lindo, lindo
me encanto este escrito
es del perfecto romantico
gracias por compartirlo
abrazo a la distancia, G.
Precioso David, como siempre un placer leerte. Y además sabes que el tema vampiros es mi debilidad... Besitosss
Akasha
Gracias a todos por sus comentarios. siempre es agradable poder leerlos.
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